Isner y Mahut aplazan por falta de luz su encuentro en Wimbledon con empate a 59 en el quinto set y tras más de diez horas de juego
Lo más parecido a la eternidad. Eso fue lo que sintieron los espectadores que decidieron asistir al choque entre el francés Nicolás Mahut y el estadounidense John Isner. Un encuentro que empezó el martes y que aún no ha terminado. Tras diez horas de encuentro el marcador reflejaba un empate a 59 juegos en el quinto set, pero la falta de luz obligó a aplazarlo hasta este jueves. Los aficionaros que acudieron a un discreto partido de segunda ronda de Wimbledon no podían ni imaginar que verían un partido histórico. Y no por el juego desplegado en la pista, ni por intercambio de golpes espectaculares, sino por la desconocida duración del partido. Nunca nadie necesitó tanto para ganar. Transcurridas más de ocho horas, los rostros del público reflejaban una mezcla de incredulidad, sorpresa y desconcierto. Lo que empezó como un partido de tenis se convirtió en una maratón de raquetazos. Un partido interminable.
La atención en Wimbledon parecía reservada en conocer si Roger Federer, el mejor tenista de la historia, lograría su sexto título en el Grand Slam más deseado, o si Rafa Nadal, flamante número uno del ranking, se interpondría en su camino. Los organizadores soñaban con reeditar una final como la de 2008, donde ambos genios de la raqueta protagonizaron uno de los partidos más emocionantes y exquisitos que se recuerdan. No podrían pensar en un reclamo mejor para el torneo. Sin embargo, Mahut e Isner les ofrecieron una hazaña mayor.
Y eso que el choque comenzó como uno más. La sucesión de sets iba a buen ritmo. Isner se adjudicó la primera manga por 6-4 en apenas 32 minutos. El jugador francés sólo necesitó 29 minutos para responder con un 6-3 en el segundo set. La tercera y cuarta manga se resolvió con un 'tie break' en un presagio de lo que ocurriría después, ya que ambos jugadores defendieron con ardor su servicio.
Este miércoles se reanudó el quinto e interminable set. Ninguno de los jugadores era capaz de conseguir el 'break'. Cada uno defendió su servicio con seguridad, sin dar opciones al rival. Así fueron transcurriendo los juegos: 10, 20, 30 Nadie cedía con el saque. Cada punto apenas contaba con tres o cuatro golpes. Algo normal. El físico no resistiría unos intercambios más largos. La escena tenía algo de siniestro. Era como si ambos jugadores estuvieran condenados a jugar hasta el infinito por alguna maldición, como en un pasaje moderno de algún relato de Allan Poe o Lovecraft. El anterior record se produjo en el año 2004. Entonces, los franceses Fabrice Santoro y Arnaud Clement lucharon durante seis horas y 33 minutos en la primera ronda de Roland Garros. El marcador final del quinto set reflejó un 17-15 favorable a Santoro.
En Londres las horas pasaban y en la pista nada cambiaba. Los jugadores estaban exhaustos, con evidentes gestos de cansancio y con un caminar espeso, donde cada paso era una invitación a los calambres y dolencias musculares.
Sin rendirse
Pero la tenacidad de Mahut e Isner era firme. Nada de rendirse tras tanto esfuerzo. Los espectadores maravillados ante el espectáculo épico que estaban viviendo se levantaba en cada descanso, cada dos juegos, para estirar el cuerpo y evitar el agarrotamiento del cuerpo durante tantas horas sentado. Cuando el juez de silla mandaba a los tenistas volver a la pista, la grada rompía en aplausos ante los héroes.
Continuará
El boca a boca sobre la gesta que estaban protagonizando los dos tenistas recorrió todo el recinto inglés. Cientos de curiosos se aglomeraron alrededor para observar un hecho histórico. Sólo la ausencia del rey sol consiguió detener el choque. El partido interminable continuará hoy sobre la hierba de Wimbledon. Los espectadores aplaudieron con fuerza al final de la jornada, y se citaban para la reanudación.
Lo más parecido a la eternidad. Eso fue lo que sintieron los espectadores que decidieron asistir al choque entre el francés Nicolás Mahut y el estadounidense John Isner. Un encuentro que empezó el martes y que aún no ha terminado. Tras diez horas de encuentro el marcador reflejaba un empate a 59 juegos en el quinto set, pero la falta de luz obligó a aplazarlo hasta este jueves. Los aficionaros que acudieron a un discreto partido de segunda ronda de Wimbledon no podían ni imaginar que verían un partido histórico. Y no por el juego desplegado en la pista, ni por intercambio de golpes espectaculares, sino por la desconocida duración del partido. Nunca nadie necesitó tanto para ganar. Transcurridas más de ocho horas, los rostros del público reflejaban una mezcla de incredulidad, sorpresa y desconcierto. Lo que empezó como un partido de tenis se convirtió en una maratón de raquetazos. Un partido interminable.
La atención en Wimbledon parecía reservada en conocer si Roger Federer, el mejor tenista de la historia, lograría su sexto título en el Grand Slam más deseado, o si Rafa Nadal, flamante número uno del ranking, se interpondría en su camino. Los organizadores soñaban con reeditar una final como la de 2008, donde ambos genios de la raqueta protagonizaron uno de los partidos más emocionantes y exquisitos que se recuerdan. No podrían pensar en un reclamo mejor para el torneo. Sin embargo, Mahut e Isner les ofrecieron una hazaña mayor.
Y eso que el choque comenzó como uno más. La sucesión de sets iba a buen ritmo. Isner se adjudicó la primera manga por 6-4 en apenas 32 minutos. El jugador francés sólo necesitó 29 minutos para responder con un 6-3 en el segundo set. La tercera y cuarta manga se resolvió con un 'tie break' en un presagio de lo que ocurriría después, ya que ambos jugadores defendieron con ardor su servicio.
Este miércoles se reanudó el quinto e interminable set. Ninguno de los jugadores era capaz de conseguir el 'break'. Cada uno defendió su servicio con seguridad, sin dar opciones al rival. Así fueron transcurriendo los juegos: 10, 20, 30 Nadie cedía con el saque. Cada punto apenas contaba con tres o cuatro golpes. Algo normal. El físico no resistiría unos intercambios más largos. La escena tenía algo de siniestro. Era como si ambos jugadores estuvieran condenados a jugar hasta el infinito por alguna maldición, como en un pasaje moderno de algún relato de Allan Poe o Lovecraft. El anterior record se produjo en el año 2004. Entonces, los franceses Fabrice Santoro y Arnaud Clement lucharon durante seis horas y 33 minutos en la primera ronda de Roland Garros. El marcador final del quinto set reflejó un 17-15 favorable a Santoro.
En Londres las horas pasaban y en la pista nada cambiaba. Los jugadores estaban exhaustos, con evidentes gestos de cansancio y con un caminar espeso, donde cada paso era una invitación a los calambres y dolencias musculares.
Sin rendirse
Pero la tenacidad de Mahut e Isner era firme. Nada de rendirse tras tanto esfuerzo. Los espectadores maravillados ante el espectáculo épico que estaban viviendo se levantaba en cada descanso, cada dos juegos, para estirar el cuerpo y evitar el agarrotamiento del cuerpo durante tantas horas sentado. Cuando el juez de silla mandaba a los tenistas volver a la pista, la grada rompía en aplausos ante los héroes.
Continuará
El boca a boca sobre la gesta que estaban protagonizando los dos tenistas recorrió todo el recinto inglés. Cientos de curiosos se aglomeraron alrededor para observar un hecho histórico. Sólo la ausencia del rey sol consiguió detener el choque. El partido interminable continuará hoy sobre la hierba de Wimbledon. Los espectadores aplaudieron con fuerza al final de la jornada, y se citaban para la reanudación.